Pongo a continuación un post que es transcripción íntegra de un texto de Rubén Parra. Creo que es interesantísimo leerlo y no puedo estar más de acuerdo en lo que escribe. Su link original es: http://www.reinoderedonda.es/
Habrá alguna mente cándida que piense que el nacionalismo no tiene una estrategia planificada de manipulación, o que es el devenir de los acontecimientos lo que hace que año tras año haya más independentistas en Cataluña. La realidad es que se está utilizando de forma descarada el ideario propagandístico del ministro nazi Joseph Goebbels.
Veamos los principios que aplicaban los nazis y como el nacionalismo catalán los imita:
–Principio de simplificación y del enemigo único.
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Para el catalanismo el enemigo es España. No es el PP, PSOE, UPyD o IU, no distingue entre españoles que odian a los catalanes, entre españoles que simpatizan con los catalanes o entre nacionalistas gallegos, vascos, andaluces o falangistas. El enemigo es único e indivisible: España.
–Principio de la transposición.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Los trajes de Camps, el caso Andratx, los ERE andaluces; para el nacionalismolos políticos españoles son unos ladrones. El caso Palau, el caso Pretoria, no son nada en comparación con los robos de los españoles. Y si se forma jaleo por la imputación en el caso de las ITV del hijo del inventor del nacionalismo catalán, Oriol Pujol se hace una manifestación el 11 de septiembre que acalle cualquier crítica, por ejemplo.
–Principio de la exageración y desfiguración.
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Aquí hay cientos de ejemplos: el Rey, casi todos los ministros españoles de la democracia, todos los presidentes del Gobierno, presidentes de otras autonomías e incluso el jugador de fútbol Sergio Ramos y presidentes de clubes de fútbol. Cualquier salida de tono, cualquier comentario inocente o jocoso sobre el catalanismo, sobre alguno de sus símbolos o sobre alguno de sus dirigentes se toma y se vende como un agravio, un ataque en toda regla al conjunto de los catalanes.
–Principio de la vulgarización.
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Esta es evidente: «España nos roba». Simple, sencilla y eficaz. ¿A quién le gusta que le roben?
–Principio de orquestación.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”.
Los españoles nos odian, no trabajan, nos roban… Cualquier diario de la prensa del régimen tuvo ayer, tiene hoy y tendrá mañana alguna noticia relacionada con esto.
–Principio de renovación.
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Hoy es el «derecho a decidir», hace unos días fueron los peajes de las autopistas; Hoy es el ministro Wert con lo de «españolizar a los niños catalanes» y hace unos días la carta en Internet del Rey. Renovación constante de las mismas ideas con diferentes escenarios y protagonistas.
–Principio de la verosimilitud.
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
Aquí entra en juego el grueso del aparato. Desde las pseudo-embajadas creando noticias falsas o favorables a la causa en diarios extranjeros hasta la manipulación de estadísticas y datos económicos. Todo vale para que el engaño parezca lo más real posible.
–Principio de la silenciación.
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Ocurrió cuando se creó el partido Ciutadans, le ocurre a UPyD y ocurrió con la pasada manifestación del 12 de octubre en la plaza de Cataluña: el silencio.Cualquier iniciativa que sea contraria al nacionalismo es ninguneada y silenciada, mientras se puede. Cuando no, los medios de comunicación afines lanzan ataques sistemáticos tergiversando lo que sea necesario.
–Principio de la transfusión.
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
En el nacionalismo catalán los sentimientos son la carta favorita de la propaganda. «La emigración acabará con el catalán», «no nos dejan amar a Cataluña», «España quiere acabar con nuestra lengua, tradiciones…» etc.
– Principio de la unanimidad.
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.
Da igual todo lo escrito en este post, la mayoría de los catalanes queremos la independencia y dormimos arropados por la estelada. ¿O no?